El 6 de octubre de 1810, el pueblo de la Villa de San Felipe de Austria de Oruro, junto con el subdelegado Tomás Barrón y el Cabildo apoyaron oficialmente a la Junta de Buenos Aires, capital de virreinato del Río de la Plata. Cinco meses antes, el 25 de mayo, la Junta de Buenos Aires se había pronunciado negando autoridad a la Regencia en la metrópoli y estableciendo una junta autónoma y revolucionaria.
La conmemoración al hecho histórico de Oruro del 6 de octubre, 200 años después, nos lleva a analizar con nuevo material y documentación qué fue lo que ocurrió ese día y cuáles fueron las causas para que se produjera.
Antecedentes. Las pérdidas económicas y sociales de la sublevación de Oruro de 1781, la prisión de una parte importante de la élite minera de la villa y otras causas técnicas, como la inundación de las minas, provocaron en la región una gran crisis económica, que se vio agravada a inicios del siglo XIX por la sequía y la peste de 1804 y 1805, que generaron carestía en todo el altiplano y se ensañaron especialmente en Potosí y Oruro. En la ciudad aún quedaban el recuerdo de la revuelta criolla e indígena de 1781 y la represión contra algunos de los más importantes patricios de la ciudad, como los hermanos Rodríguez.
Fue en este contexto que se produjo el movimiento juntista del 25 de mayo en La Plata o Chuquisaca, la capital de la Audiencia, cuyo pueblo, bajo la guía de los doctores de la universidad y casi la totalidad de los oidores, reasumió la soberanía a nombre de Fernando VII y depuso a las principales autoridades, oponiéndose a una supuesta confabulación de las autoridades de la Audiencia y el virreinato de entregar los territorios americanos a la princesa Carlota Joaquina de Portugal, que estaba en Brasil.
La respuesta inicial de Oruro frente a este hecho mostró la división que existía en la villa. Mientras la Cajas Reales apoyaron a las autoridades derrocadas, cuya cabeza visible era el intendente de Potosí, Francisco de Paula Sanz, a quien envió los caudales provenientes del quinto real; el Cabildo de la Villa apoyó aparentemente a los oidores, aunque no quiso entregarles las armas de la ciudad.
El intendente ofreció ayuda militar a Oruro frente al posible peligro subversivo de los paceños, lo que fue rechazado por el Cabildo, que prefería formar su propio sistema de defensa. Frente a esas decisiones, la Audiencia negó la autorización para crear una guardia local o una milicia. Como puede verse en los hechos anteriores, la respuesta de Oruro frente a los movimientos juntistas no fue unánime en ninguno de los dos bandos.
Así, mientras el poder local —el Cabildo— apoyaba a la audiencia rebelde y buscaba crear un sistema de defensa propio a través de la formación de una milicia, los oficiales reales, es decir, los representantes de la autoridad central, se afiliaban al otro bando enviando los caudales a Potosí.
Paralelamente a estos hechos, los indígenas del vecino pueblo de Toledo se sublevaron el 6 y 7 de noviembre en defensa de su cacique don Manuel Victoriano Aguilario de Titichoca a quien las autoridades habían obligado a renunciar. Esta sublevación se mantuvo latente hasta el año siguiente y se cruzó con otras acciones que se produjeron en diversos lugares y confluirían finalmente en los hechos del 6 de octubre de 1810.
Giro de los hechos. Mientras el pueblo de Toledo se mantenía rebelde, se produjo en la capital del Virreinato un hecho crucial. El Cabildo de Buenos Aires decidió romper con la Junta Central y crear su propia Junta de Gobierno bajo el discurso de la soberanía popular. Este hecho cambió la situación general.
El presidente de la Audiencia de Charcas, Vicente Nieto, y el Gobernador de Potosí, que apoyaban una posición contraria a Buenos Aires, en medio de una acción considerada ilegal por los opositores, decidieron la reincorporación de la Audiencia de Charcas al Virreinato del Perú. Mientras tanto, el pueblo de Toledo, aparentemente cansado de esperar una respuesta a su solicitud del año anterior, se amotinó con Titichoca como líder.
Luego, a fines de julio de 1810 (30 y 31), los comunarios del pueblo de Toledo se sublevaron nuevamente, lo que provocó terror entre las autoridades y la población de Oruro, donde corrían rumores sobre una toma por parte de los indígenas, dirigidos por sus alcaldes. El miedo, que se fortalecía con voces que decían que se iba a matar a todos los de “cara blanca” y que la rebelión se había extendido a los partidos de Paria y Carangas, se manifestó en la gente, que presionó al Cabildo para que pidiera ayuda a Cochabamba.
El Cabildo, además de solicitar la ayuda exterior ordenó, a través de un bando, que todos los vecinos de la ciudad se presenten con sus armas para organizar la defensa frente al ataque indígena.
Cochabamba, respondiendo al pedido del cabildo orureño, envió un contingente de 300 hombres, dirigidos por Francisco del Rivero, Esteban Arze y Melchor Guzmán. Mientras tanto, la conspiración que había tras la sublevación de Toledo fue descubierta y sus principales cabecillas tuvieron que escapar. A fines de agosto, las tropas de Cochabamba estaban en Oruro y ofrecían prestar ayuda a los pueblos de la región; sin embargo, la sublevación indígena y el movimiento rebelde de Toledo había sido, aparentemente, controlado.
Movimiento de tropas. A inicios de septiembre, cuando se conoció que las tropas de la Junta de Buenos Aires se aprestaban a ingresar al territorio de Charcas para expandir su revolución, Vicente Nieto, nuevo presidente de la Audiencia de Charcas, ordenó al Cabildo de Oruro que una parte de la tropa que se hallaba en la villa saliera hacia Potosí, donde se iba reuniendo el ejército real para enfrentarse a los porteños. El resultado fue una deserción general de las tropas de Cochabamba, dejando al comandante Francisco del Rivero prácticamente solo.
Aparentemente, para evitar problemas posteriores, Rivero solicitó al Cabildo se le entregue un certificado de la deserción de sus soldados y días después, el 10 de septiembre, solicitó retirarse a Cochabamba, lo que fue aceptado. Cuatro días después, la ciudad de Cochabamba, bajo la dirección del mismo Rivero, declaró su adhesión a la Junta de Buenos Aires.
La repercusión del levantamiento cochabambino no se dejó esperar. Cuatro días después, cuando ya se conocía en Oruro el movimiento, empezaron a llegar a la ciudad noticias sobre la conformación de tropas virreinales en el Cusco y La Paz que se estaban reuniendo en el Desaguadero. Todo era organizado por José Manuel de Goyeneche. En septiembre, ya algunas tropas habían pasado por Oruro y se asentaban en Venta del Medio, bajo la dirección de don Narciso Basagoitia. Eso ponía a la ciudad de Oruro en medio de las tensiones. Con el ejército virreinal ubicado muy cerca y con las fuerzas rebeldes cochabambinas que se aprestaban a salir del valle para apoyar el ingreso de las tropas rioplatenses.
El hecho. Es en este contexto que el 6 de octubre de 1810, mientras el Cabildo debatía el tema de la migración de muchos vecinos hacia fuera de la ciudad, el pueblo impulsó al subdelegado a apoyarlos y declararse a favor de la Junta de Buenos Aires lo que derivó en que el Cabildo aceptara.
Así se produjo un movimiento que al apoyar a Buenos Aires se pronunciaba también por una autonomía frente al Virreinato del Perú y frente a la Regencia que pretendía gobernar desde la metrópoli. Este pronunciamiento implicó también a aceptar la llegada de las tropas de Cochabamba, que se adherían al ejército auxiliar porteño, y controlar el avance de las tropas virreinales que se concentraba en el Desaguadero.
Los miembros del Cabildo clausuraron la sesión no sin antes debatir el tema y secundaron las peticiones del pueblo. Se produjo así un movimiento rebelde que llevó a la ciudad de Oruro a apoyar la Junta de Buenos Aires, poniéndose en contra de la presencia del ejército de Goyeneche que venía desde el Virreinato del Perú y que secundaba las posiciones del virrey, Fernando Abascal.
Eso significa que, a la vez, se producían dos movimientos que se consideran revolucionarios; el primero, el desconocimiento de las autoridades de la Audiencia, a quienes se consideraban contrarias al pueblo, ya que habían decidido de forma ilegal pasar a depender nuevamente de Lima; el segundo, es que lo hicieron a nombre de la voluntad popular, estableciendo una nueva fuente de legitimidad: la soberanía popular.
El 22 de mismo mes arribaba nuevamente a la ciudad la tropa de cochabambinos dirigida por Esteban Arze y Melchor Guzmán Quitón, quienes venían esta vez ya no para controlar la sublevación indígena, sino para apoyar el movimiento criollo. Aquí se aliaron a las compañías de patricios que organizadas por el Cabildo. Sumaron unos 1.500 soldados.
Mientras esto ocurría en Oruro y sus alrededores, el ejército auxiliar argentino, dirigido por Gonzales Balcarce y Juan José Castelli había ingresado al Alto Perú. Tras ser derrotado en Cotagaitia, el 27 de octubre, se repuso en la batalla de Suipacha, el 7 de noviembre, lo que le permitió entrar en Potosí el 10 del mismo mes y tomar el control de todo el sur del Alto Perú.
Sin conocer la derrota de Suipacha, el ejército virreinal había adelantado sus tropas con el objetivo de retomar Oruro y ponerse en contacto con las del presidente de la Audiencia de Charcas, Vicente Nieto.
Con ese objetivo se envió hacia la Villa una tropa de expedición dirigida por el coronel Fermín Piérola. Sabedores de este avance, orureños y cochabambinos salieron con 2.000 soldados de ambas ciudades al encuentro de esa expedición enfrentándose en las pampas de Aroma. La batalla concluyó con el triunfo de las tropas insurgentes, abriendo de esa manera el camino del ejército auxiliar rioplatense hasta la frontera con el Virreinato del Perú.
Analizando de esta manera el contexto en que se produjo el levantamiento del 6 de octubre, en Oruro, podemos decir que se halla en el mismo camino que los de Cochabamba y Santa Cruz, en septiembre, y el de Potosí, en noviembre del mismo año.
Es decir, un apoyo militante a la Junta Gubernativa de Buenos Aires y el desconocimiento de las autoridades audienciales que se habían aliado con la posición del Virrey del Perú, de reconocer a la Regencia. Podemos decir así que este movimiento, junto con los otros que se dieron en 1810, más que tener un carácter abiertamente independentista, promovieron una posición de tipo autonomista, frente a una regencia que se había establecido en la metrópoli, pero que no contaba con la legitimidad suficiente.
Desde mi punto de vista, la posición abiertamente independentista se daría en todo Charcas, recién unos años después, cuando fue la figura del Rey, la que perdió legitimidad por su accionar contrario a la Constitución de Cádiz, pero ésta es ya otra historia.
Hoy es feriado regional
La Asamblea Legislativa de Oruro declaró feriado departamental por los festejos del Bicentenario de la Revolución del 6 de octubre de 1810. Ayer en la tarde se realizó la sesión de honor y para hoy se prevé que las actividades comiencen con el disparo de municiones al cielo orureño. Los sitios donde se lanzarán los proyectiles son: el Cerro Santa Bárbara, el Faro de Conchupata, el “Casco” en la zona Norte y la plaza Túpac Katari. Además, este miércoles se desarrollará el desfile cívico por las principales calles de la ciudad. El lunes en la noche hubo desfile de teas en el cual participaron colegios, instituciones y bandas estudiantiles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario