La minería fue, a lo largo y ancho de las colonias hispánicas, el recurso más estratégico y base económica de la corona española; la extracción de minerales como la plata fue el puntal para que Oruro y Potosí sean considerados asientos mineros de gran importancia, primero para el Virreinato del Perú y después para el Virreinato de La Plata.
Durante el periodo de 1810, año de las grandes gestas de liberación en distintas zonas de Latinoamérica, la actividad minera en Oruro continuaba pujante pese a la crisis económica que azotaba a la región y ser la menos privilegiada y atendida en relación a su hermana Potosí.
El siguiente artículo está basado en el libro de María Concepción Gavira Márquez, “Historia de una crisis: La minera en Oruro a fines del periodo Colonial”, que se publicó en ocasión del IV centenario de la fundación de la Real Villa de San Felipe de Austria en 2006.
La autora explica que “otro informe, que comprende el estado de la minería en todo el virreinato del Río de la Plata en 1810, nos presenta respecto a Oruro la mismas circunstancias sin percibirse ninguna mejora. Sobre la decadencia de este asiento minero aludía a la desaparición desde 1780 ‘de sujetos interesantes del ejercicio de la minería’”, menciona al autora.
La experta destaca a priori, que Oruro fue el segundo centro minero de explotación en la región después de Potosí, con los aportes a la Caja Real de Oruro y teniendo en 1810, cerca de 24 empresarios mineros que aportaban a la corona.
La Caja Real de Oruro fue la “principal institución fiscalizadora y administradora de la Real Hacienda”, pero en 1804 sufrió una quiebra, principalmente en la burocracia para aplicar las reformas borbónicas “con respecto al rescate (compra) de plata por parte de los oficiales reales son muestras inequívocas de la decisiva intervención de los oficiales reales en la economía y sociedad de la región”.
La Caja Real de Oruro, fue instaurada en Oruro en 1607, un año después de la fundación de la Villa de San Felipe de Austria, con el propósito de controlar la producción de plata y el cobro de impuestos.
En 1810 el mayor tributario de los mineros a la Caja de Oruro fue Don Juan Tedesgui con 26.43 % de aportes en marcos de plata, seguido de don Francisco García con el 17,19 por ciento, del aporte del marco que era una unidad de peso.
A finales del siglo XVIII que marcó la revolución del 10 de Febrero de 1781, varias minas de Oruro se encontraban agotadas por la pujante extracción del mineral argentífero, según Gavira, las minas Nuestra Señora y Pomabamba, ambas ubicadas en el Cerro Pie de Gallo, se encontraban aguadas, asimismo la mina de San José estaba inundada.
En el cerro conocido como Rubiales, que linda con el Pie de Gallo, anota la investigadora, “también tuvo ricas minas, las cuales estaban anegadas a principios del siglo XIX. Estas fueron: San José Grande, San José Chico, El Rasgo y Espíritu Santo”.
Las inundaciones, tal como ahora, dificultaban el trabajo de los mineros en la Colonia, porque disminuía la extracción del mineral y por ello existía la solicitud de los mineros a las autoridades superiores, en estos casos los subdelegados, en modernizar la maquinaria.
Sin embargo, la autora menciona que los españoles aún tenían esperanzas de reactivar los centros mineros, porque en el pasado con los mineros como Jacinto Rodríguez, Juan de Dios Rodríguez, se extraían cuantiosas cantidades del metal argentífero.
La minería del periodo del siglo XIX, puede caracterizarse por una decadencia de las minas, sobre todo por las inundaciones y problemas naturales, además, de la falta de apoyo de la corona a los mineros de Oruro, para sopesar el problema que vivía la Villa.
La característica de la minería colonial en Oruro, respecto a la mano de obra, repercutía en la sobrepoblación en la época de bonanza, de los minerales, pero a finales del siglo XVIII, existió poca presencia de gente, entre indios para la mano de obra, debido a la delicada situación, después de las sanciones hacia los mineros participantes en la revolución del 10 de Febrero de 1781.
Pese a la crisis minera sobre la explotación de los minerales argentíferos, a principios del siglo XIX se caracterizará por la importancia en la diversificación de la explotación, con el cobre en Coro Coro, el estaño en las minas de Oruro y Huanuni, que a finales del mencionado siglo será el puntal del auge minero.
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